En 2018, Xbox Game Studios incorporó a su equipo a varios estudios prometedores, entre ellos inXile Entertainment, Ninja Theory, Obsidian Entertainment, Playground Games, Undead Labs y Compulsion Games. De todos ellos, solo este último no había lanzado un nuevo título ni actualizado sus anteriores juegos… hasta ahora. Después de años de silencio, Compulsion Games regresa con South of Midnight, una aventura que arriesga con una propuesta inusual: una protagonista singular, una historia poco convencional y una ambientación profundamente enraizada en el folclore del sur de Estados Unidos. Pero tras más de 10 horas de juego, queda la duda: ¿fue una buena inversión por parte de Microsoft?

La acción se sitúa en el Sur Profundo de Estados Unidos, una región poco explorada en el mundo de los videojuegos. Aunque este entorno ha sido escenario ocasional de series o películas, rara vez se convierte en el eje de una aventura interactiva. Aquí, sin embargo, el mundo no solo sirve como telón de fondo: es el pilar narrativo de toda la experiencia. Conocemos a Hazel, la protagonista, justo cuando un huracán amenaza con arrasar su hogar. Tras una breve misión de introducción en la que debe asegurarse de que los vecinos estén preparados para la tormenta, un desastre arrastra su casa y a su madre. Así comienza un viaje dividido en 14 capítulos, en el que Hazel buscará desesperadamente a su madre desaparecida. La historia pronto adquiere tintes mágicos: Hazel se convierte en una «Tejedora», una figura mística que, gracias a un huso y ganchos especiales, puede sanar almas, reconstruir vínculos rotos y ver los hilos que forman los conflictos emocionales de quienes la rodean. Esta premisa se convierte en el corazón del juego.

La historia se apoya en tragedias personales representadas como monstruos simbólicos: un ave gigantesca, una araña colosal, un caimán descomunal… enemigos visualmente impactantes, pero con patrones de combate repetitivos. Aunque el argumento gana fuerza conforme avanza, la jugabilidad se resiente al repetir estructuras: se limpia una zona, se obtiene una “esencia”, se desata una breve persecución, y finalmente, se enfrenta a un jefe. Al principio es intrigante, pero hacia la mitad del juego ya resulta monótono. Hazel puede usar habilidades mágicas para el combate y la exploración, como atraer objetos o enemigos, levitar o reconstruir elementos del entorno. También cuenta con la ayuda de «Grzanek», un peluche animado que puede infiltrarse en pequeños espacios para resolver puzles básicos. Sin embargo, estas mecánicas se utilizan de forma tan limitada que parecen más una excusa para alargar el juego que un aporte real al diseño.

Donde South of Midnight realmente brilla es en su atmósfera. Los entornos destruidos y luego restaurados por Hazel tienen una belleza especial, y cada jefe cuenta con su propia canción, un detalle que aporta identidad y profundidad. La música es uno de los puntos más fuertes del título, aunque desafortunadamente no se subtitula, dificultando la comprensión para quienes no dominan el inglés, especialmente cuando se utilizan expresiones regionales. La elección de usar animaciones tipo stop-motion en las cinemáticas aporta un toque visual distintivo, aunque en la jugabilidad apenas tiene impacto y puede desactivarse. Técnicamente, el juego necesita una actualización: hacia el final, incluso en Xbox Series X, se producen caídas de rendimiento.
South of Midnight es una aventura con una ambientación fascinante, personajes interesantes y un fuerte enfoque narrativo. Lamentablemente, la jugabilidad no está a la altura de la propuesta artística. Las mecánicas son repetitivas y el diseño de los niveles, demasiado lineal. Microsoft apostó fuerte por Compulsion Games, dándoles años para desarrollar este título. Sin embargo, al compararlo con el innovador Hi-Fi Rush —cuyo estudio fue cerrado pese a su éxito—, cuesta entender por qué se promocionó tanto South of Midnight. La buena noticia es que está disponible en Game Pass, por lo que los curiosos podrán darle una oportunidad sin un gasto adicional.