La legendaria saga Commandos, pionera en el género de estrategia táctica en tiempo real, finalmente regresa con una entrega completamente nueva tras más de veinte años de espera. No se trata de otro remaster, sino de un título inédito: Commandos: Origins. Con un nuevo equipo de desarrollo y un nuevo editor, esta entrega busca revivir las icónicas misiones de sigilo que tanto marcaron a una generación. Y, sorprendentemente, lo consigue. Aquí te contamos nuestras impresiones. En Rusia y otros países del espacio postsoviético, Commandos alcanzó un estatus casi de culto desde su primera entrega. Su éxito se debió a múltiples factores: el siempre popular contexto de la Segunda Guerra Mundial, un género táctico que caló profundamente en el público local, y unos modestos requisitos técnicos que lo hacían accesible en una época de transición económica a finales de los 90 y principios de los 2000.

Tal como sugiere el título, Origins funciona como precuela y relata la formación del escuadrón y sus primeras misiones. Sin embargo, la narrativa es sin duda el punto más débil. Aunque los personajes hablan entre sí durante las misiones y las cinemáticas, apenas se profundiza en sus historias personales. Al final, se sienten más como funciones jugables que como individuos. Este enfoque no es nuevo en la saga, pero puede decepcionar a quienes esperaban una narrativa más desarrollada. Donde Commandos: Origins brilla es en su jugabilidad. La estructura clásica se mantiene: misiones independientes ambientadas en distintos frentes de la guerra, desde el Ártico hasta el norte de África. Dirigimos a un escuadrón de hasta seis miembros, cada uno con habilidades únicas ya conocidas por los veteranos: el boina verde, el zapador, el francotirador, el marine, el conductor y el espía. Cada uno aporta herramientas especializadas al equipo: trampas, explosivos, rifles de largo alcance, disfraces enemigos, vehículos, e incluso habilidades para nadar o arrastrar cuerpos con diferentes niveles de visibilidad.

Todos los comandos comparten capacidades básicas como el uso de cuchillos, pistolas, granadas y botiquines, pero su eficiencia varía según el personaje. Los objetivos también son los de siempre: sabotear instalaciones, robar documentos o infiltrarse sin ser detectado. La clave sigue siendo el sigilo, la planificación meticulosa y el uso creativo de las habilidades del escuadrón. Los enemigos tienen campos de visión representados en pantalla, y cualquier descuido puede activar una alarma, local o general, con consecuencias graves. El comportamiento de los enemigos se basa en desencadenantes simples, pero el inteligente diseño de niveles convierte cada misión en un rompecabezas táctico. Las decisiones sobre el orden y el momento de usar las habilidades son cruciales. El sistema de guardado rápido (con recordatorios constantes) refuerza este enfoque estratégico. Entre las novedades destacan el añadido de un minimapa, la integración visual de interiores en el mapa principal, objetos coleccionables escondidos y la posibilidad de usar el entorno para eliminar enemigos, como electrocutarlos en un charco o lanzarles objetos desde grúas.

Sin embargo, a veces estos elementos se sienten artificialmente colocados. Curiosamente, Origins también elimina funciones introducidas en juegos posteriores, como el inventario o el uso de armas enemigas, acercándose más a la simplicidad de la primera entrega. En ocasiones, la lógica del diseño de misiones choca con la libertad que propone el juego. Por ejemplo, en una misión, tras completar el objetivo, el jugador debía retirarse a una zona aliada. Aunque parecía lógico regresar al punto de inicio, el juego sólo reconocía la retirada si se hacía por un área específica del mapa, obligando a enfrentar más enemigos innecesariamente. Técnicamente, el juego luce bien. Gracias al motor Unreal Engine, el entorno es completamente tridimensional, con cámara libre, buena iluminación y detalles aceptables. Las animaciones son irregulares, algunas poco naturales, pero la ambientación sonora cumple: música heroica, efectos de sonido adecuados y la icónica alerta “Alarm!” siguen presentes. Los controles ofrecen una experiencia mixta.
El juego está bien optimizado tanto para teclado como para mando, e incluye un útil «modo de órdenes» que permite planificar acciones simultáneas. Sin embargo, hay una cierta torpeza en la asignación de funciones entre los botones del ratón, y algunas opciones más avanzadas no están disponibles con el mando.