Cuando se menciona a Bioware, es imposible no pensar en sus icónicas franquicias de RPG, como Dragon Age, Mass Effect y Star Wars: Caballeros de la Antigua República. Cada uno de estos juegos permite a los jugadores crear personajes únicos y tomar decisiones significativas a lo largo de su aventura. Dragon Age: The Veilguard continúa esta tradición, ofreciendo desde el inicio la posibilidad de personalizar a nuestro avatar con uno de los editores de personajes más completos del mercado. Los jugadores pueden elegir entre diversas razas (humano, enano, elfo o qunari), géneros y modificar su apariencia mediante controles deslizantes que permiten ajustes finos en rasgos faciales y corporales.
El juego también incorpora opciones de inclusión, como características para representar el vitíligo, heterocromía y cicatrices postoperatorias, lo que permite a más jugadores verse reflejados en su personaje. Sin embargo, la inclusividad no es perfecta, ya que se echan de menos opciones para crear personajes más curvilíneos o musculosos. Una vez configurada la apariencia, los jugadores deben elegir una clase entre mago, guerrero o guardabosques, y esta elección es definitiva a lo largo de la partida, aunque se pueden modificar aspectos estéticos durante el juego. La narrativa inicia con una búsqueda de Solas junto a un grupo de personajes conocidos, y rápidamente se presenta una amenaza significativa para Thedas, el continente ficticio de Dragon Age. Nuestro personaje, Rook, debe unir a un equipo para enfrentar fuerzas poderosas, mientras interactúa con diversas facciones en conflicto. La escritura es destacada y recuerda a la época dorada de Bioware, con un estilo que evoca la trilogía de Mass Effect, ofreciendo una experiencia emocional que puede desafiar las expectativas del jugador.
Para completar la historia principal se requieren alrededor de cuarenta horas, aunque se puede reducir el tiempo enfocándose solo en la misión principal. Sin embargo, hacerlo significa perderse valiosas historias secundarias que enriquecen la experiencia general. Aunque muchas decisiones parecen no afectar el resultado final, la personalización del personaje y las interacciones con diferentes razas, géneros y clases pueden generar respuestas únicas en diversas situaciones. El romance también juega un papel importante, permitiendo vínculos con los compañeros, aunque estos desarrollos a menudo se sienten algo limitados hasta el final del juego. Visualmente, Dragon Age: The Veilguard deslumbra con un diseño detallado y efectos de iluminación que mejoran la inmersión. Cada región presenta un ambiente distinto, desde exuberantes bosques élficos hasta catacumbas sombrías, y los personajes tienen un modelado muy trabajado, especialmente en el cabello, lo que añade un nivel de realismo. A pesar de esto, algunos jugadores pueden sentir nostalgia por la dirección artística de títulos anteriores.
En cuanto a la jugabilidad, se ha desplazado hacia un enfoque más dinámico, con combates en tiempo real y una ausencia de la pausa táctica que caracterizaba a los primeros títulos de la saga. Los jugadores pueden coordinar ataques con sus compañeros, lo que hace que los enfrentamientos sean espectaculares y entretenidos, aunque se alejan de la estrategia profunda que muchos fans esperaban. A lo largo del juego, se pueden encontrar diversas piezas de equipo que mejoran las estadísticas y se adaptan a diferentes estilos de juego. Curiosamente, no hay restricciones sobre el tipo de armadura que puede usar cada clase, lo que permite a los magos equiparse con armaduras pesadas sin penalización.