Nacido a principios de los 90 de la ferviente imaginación de Mike Magnola, que se convirtió en una leyenda sobre el papel gracias a una serie de cómics inolvidables y admirado por el gran público en un puñado de adaptaciones cinematográficas, Hellboy es un demonio iracundo al que es difícil no encariñarse. Ya sea por la notable contribución artística que dan los volúmenes de Mignola al medio, o por los actos violentos del protagonista con cuernos limados y los macabros eventos en los que se ve involucrado, Hellboy es una franquicia inmortal que aún es capaz de presumir de hordas de fanáticos en todos los rincones del mundo. También hay algunos en las filas de Upstream Arcade, un estudio de desarrollo independiente inglés que, desde hace dos años y medio, trabaja en un homenaje a un videojuego.
Hellboy: Web of Wyrd es, ante todo, un homenaje a un personaje que ha marcado la infancia y la vida de innumerables adultos contemporáneos. Adultos que, en el caso de las quince personas que componen el pequeño estudio con sede en Godalming, ciertamente no están en sus primeros pasos en la industria del juego; Además de haber hecho West of Dead y Deadbeat Heroes, de hecho, en la época de Lionhead Studios de Peter Molyneux se curtieron trabajando en la serie Fable y Black & White 2. El encuentro entre Red (sí, Hellboy tiene muchos apodos) y desarrolladores tan apasionados dio a luz a Hellboy: Web of Wyrd, un juego de lucha de acción roguelite realizado en colaboración con Dark Horse Comics. Como Hellboy, todo comienza con la desaparición de un agente de la B.P.R.D. (Bureau of Paranormal Research and Defense) y una investigación que nos obligará a explorar el Wyrd, una dimensión donde morir no es posible. Para llegar a los diferentes niveles que forman parte de ella tendremos que pasar por las Casas de las Mariposas, el HUB donde comienza y termina cada carrera. Construido en 1962 por el ocultista Pasquale Deneveaux, el edificio es mucho más que una simple residencia: es un portal misterioso desde el que es posible abrir pasadizos que conducen al Wyrd. En la Casa de las Mariposas hay NPCs con los que charlar, portales para acceder a los cuatro reinos del Wyrd y la habitación en la que gastar los recursos acumulados durante nuestras incursiones. Como todo roguelite que se precie, en Hellboy tendremos que perseverar hasta hacernos lo suficientemente fuertes como para poder adentrarnos cada vez más en el propio juego. Esto significa mejorar, de vez en cuando, estadísticas básicas como puntos de salud o resistencia, armas y/o amuletos, talismanes que pueden ayudarnos en el campo de batalla con un escudo temporal, una onda de choque útil para ahuyentar a los enemigos y diversos efectos.
Si hasta ahora no notas nada realmente nuevo, algo diferente se percibe cuando te encuentras lidiando con el sistema de combate, el núcleo del juego. Los puñetazos son el arma principal de Hellboy, cada oponente – los grandes y los jefes, los insignificantes no cuentan – hay que enfrentarlos como si estuvieras en un ring, aprovechando luego las combinaciones de cuatro golpes entre ligero/pesado para maximizar nuestra efectividad, aprovechando los diversos estados temporales para crear una brecha en su guardia pero sin olvidar nunca parar y esquivar en el momento adecuado. Aunque la recarga es lenta y nos deja a merced del Mal, entre una gota y otra es posible golpear con el arma de fuego secundaria además de los mencionados Talismanes, pero no esperes secuencias de disparos particularmente elaboradas. Los combates llenan una «barra» que, cuando está llena, nos permite dar rienda suelta a la furia demoníaca de HB en movimientos finales tan espectaculares visualmente como devastadores. Desafortunadamente, no todo funciona a la perfección en el Wyrd. Precisamente en virtud de la configuración 1 VS 1 de la jugabilidad, las peleas de jefes son sin duda la culminación de la experiencia, mientras que las peleas con muchos oponentes son mucho menos convincentes. Esto ocurre porque la IA, en estas circunstancias, tiende a resultar demasiado expectante hacia nosotros, sin mencionar que, de vez en cuando, también aparece el problema de la cámara: el bloqueo es esencial para enfocar una determinada amenaza, sin embargo, la cámara se coloca demasiado cerca del protagonista rojizo, que a veces termina en posiciones incómodas u ocupando una porcióndemasiado grande de la pantalla. La muerte ni siquiera sería un gran problema en un roguelite, pero a pesar de las diferencias en escenarios y monstruos, los niveles del Wyrd son arenas anónimas conectadas por pasillos igualmente anónimos. Entre una pelea y otra puedes encontrarte con algunas bendiciones para Arma, Puño o Amuleto, en cada nueva carrera el diseño cambia y al principio podemos elegir una reliquia que nos potencie hasta que, de una forma u otra, volvamos a la Casa de las Mariposas, pero en cuanto al diseño de niveles podríamos y deberíamos haber hecho un esfuerzo creativo extra.
Es una lástima porque artísticamente hablando estamos aquí, la atmósfera no está tan alejada de la realidad del cómic: el hábil uso del negro y los colores funciona, la mezcla da un contraste cromático tan claro que recuerda la vehemencia revolucionaria de las hazañas de papel del demonio rojo. Sin embargo, desde un punto de vista estrictamente lúdico, Hellboy: Web of Wyrd demuestra ser un roguelite de lucha de acción suficiente o poco más principalmente por su coherencia estético-narrativa con el mundo creado por Mignola, quien entre otras cosas contribuyó a la creación del juego. La estructura roguelite no es muy valiente, se limita a imitar a sus pares sin ningún parpadeo, confiando su fortuna a la presencia del carismático Big Red; Donde habría margen de maniobra para sorprender -en el sistema de combate- hay una serie de fallos que, a la larga, impiden que la jugabilidad conquiste al jugador en busca de estímulos. Si todo esto se coloca dentro de un diseño de niveles perezoso y aderezado con la repetitividad del género, para disfrutar plenamente de las quince/veinte horas necesarias para descubrir los misterios de Hellboy: Web of Wyrd, entonces se hacen necesarios dos requisitos: ser un verdadero fan de Hellboy y estar dispuesto a aceptar algún compromiso en nombre del amor por la obra original.