El roguelite del Príncipe de Persia cambia su dirección de arte y presenta montones de nuevos contenidos

Parece mentira pero han pasado siete meses desde que os hablé por primera vez de The Rogue Prince of Persia y hoy, este frenético roguelite parece un juego completamente distinto. Lo necesitaba. Su alarmante falta de contenidos y un estilo artístico que apostaba por la simplicidad (en mi opinión en exceso) eran dos losas que le hicieron perder popularidad con demasiada presteza. Por divertido que fuera, y lo era, no había mucho que hacer. Todo esto ha cambiado con la gigantesca actualización con la que Ubisoft y los autores de Dead Cells han transformado el juego en uno totalmente diferente y mejorado. Es impresionante lo bien que se ve y lo genial que se siente superar sus brutales combates con la agilidad y estilo acrobático que esperarías del Príncipe de Persia. Esto ya era así en su versión primigenia, pero ahora resulta más divertido si cabe porque la acción no para de crecer abriendo nuevos caminos plagados de peligros e historias que merece la pena descubrir.

Me he pasado las últimas horas jugando como un loco a The Rogue Prince of Persia y sigo con ganas de más; de nuevos desafíos, de más combates contra temibles jefes que no lo ponen fácil y por supuesto también, de más de ese plataformeo imposible que tan bien funciona en el juego de Evil Empire. Hablamos ahora de un early access que ofrece cerca de diez horas de contenidos por explorar con hasta cuatro jefes de final de fase, 9 biomas distintos y hasta 20 armas con las que pelear con estilos de lucha que se sienten únicos. ¿Suficiente? Es un buen primer paso hacia el final deseado por todos, que es que este sea otro grandísimo juego del Príncipe de Persia, pero todavía queda mucho camino por delante y muchas promesas que cumplir. Pero si me preguntas ahora mismo te diré que ya tiene ingredientes de sobra como para atraparte. Y la culpa es de su acción acrobática.