Ayer mismo, Netflix confirmaba la fecha de estreno del anime de Devil My Cry y lo hacía con un anuncio en vídeo de lo más particular. Este adelanto, parecido a un opening, puede sorprender por su estilo artístico, pero hay un detalle más: su música. Como si hubiera hecho un viaje temporal instantáneo, mi mente se ha transportado a una época pasada, una que todo espectador de anime de los 2000 ha vivido seguro: los AMV. Intencional o no, es imposible que a cualquiera que roce la treintena a estas alturas no le ocurra lo mismo al oir Rolling de Limp Bizkit. Y es que, mucho antes de las plataformas de streaming, el consumo de anime era muy distinto al de hoy en día. ¿Recordáis esas grandes peleas?
A comienzos de los 2000, animes como Naruto, Bleach o One Piece ostentaban el trono de los shōnen y eclipsaban al público con sus grandes peleas. Si echamos la memoria atrás, el acceso a estos capítulos no era tan sencillo como encender Netflix, así que se inició una corriente en YouTube que resumía algunos de los mejores momentos de estas series. Esos vídeos solían estar acompañados de canciones épicas, generalmente de rock, y eran conocidos como AMV, «Anime Music Video».
No es que estos vídeos no existan hoy en día. De hecho, se han adaptado en formato de vídeo corto y se pueden ver por redes como TikTok, pero hay algo muy especial en estas primeras versiones: generaron una corriente. ¿Alguna vez os habéis preguntado por qué la mayoría de otakus de esa época fueran rockeros? Pues seguramente esta sea una de las causas. Grupos como Limp Bizkit, Papa Roach, Fall Out Boys, My Chemical Romance, Linkin Park, Paramore o System of a Down eran algunos de los más recurrentes. Luego había otra versión más electrónica con Groove Coverage de fondo o canciones sueltas como «Listen to Your Heart» de Roxette que se repetían hasta la saciedad.