La reacción de la comunidad fue unánime y ha obligado a los responsables de Unity a dar marcha atrás. El comunicado arrancaba con un «lo siento» y seguía asumiendo errores. «Deberíamos haber hablado con vosotros e incorporado más de vuestro ‘feedback’ antes de anunciar nuestras políticas monetización», reconocían desde la compañía ya en las primeras líneas. Lo interesante, sin embargo, era el anuncio de unos planes mucho más amables con los desarrolladores (en comparación con los inicialmente previstos) que comenzarán a aplicarse a partir del próximo año 2024 y que solo afectarán a quienes quieran actualizarse a la nueva versión del motor gráfico. En este sentido y aunque siguen sin parecer buenas noticias para algunos ‘devs’, si resultan mucho más fáciles de digerir.
La nueva monetización de la compañía sigue un patrón más estandarizado que sus planes iniciales. Los desarrolladores independientes podrán utilizar el motor de forma gratuita siempre y cuando no superen el umbral de los 200.000 dólares en ingresos brutos (antes eran 100.000). Adicionalmente, ya no tendrán que mostrar la pantalla de «hecho en Unity» a los usuarios que abren el juego. En caso de superar este límite, estarán obligados a pasar a Unity Pro o Unity Enterprise, versiones de pago con un precio anual por cada desarrollador del equipo con acceso al proyecto. Adicionalmente, los miembros de este plan que superen un millón de dólares en ingresos brutos en los últimos meses tendrán que pagar «un 2,5% de los ingresos totales o una cantidad a calcular en función de las nuevas instalaciones del juego». Serán los desarrolladores los que elijan la opción más conveniente en cada mensualidad.
Los responsables de Unity también han anunciado que a partir de ahora los cambios de políticas no se aplicarán de forma retroactiva. Esto quiere decir que si un juego comienza a desarrollarse en una determinada versión del motor, la monetización aplicable para ese título es la de dicha versión. Esto, claro, si no se actualiza a una más moderna. Este aspecto es polémico. Aunque en el comunicado aparece como una novedad, ya aparecía en los antiguos términos y condiciones de servicio. El problema es que se eliminó de los mismos cuando se anunciaron los cambios a la monetización. En este sentido, incluso se cuestiona si, de haber seguido adelante, no habrían encontrado problemas legales por haber llevado a cabo esta práctica.
¿Cómo quedan las cosas para los desarrolladores? La situación se ha estabilizado. Algunos cambios son positivos, como los que aplican al plan gratuito. Otros no resulta beneficiosos. La eliminación de los planes de pago más asequibles pueden derivar en un sobrecoste de 1.600 dólares por desarrollador con acceso al proyecto y año para las compañías. La propia marca tampoco ha salido bien parada. El intento de subir los precios por encima del límite razonable, sin previo aviso y modificando los términos del servicio ha dado lugar a mucha inseguridad. Parte de este daño será irreparable. Lo último que desean las personas que se ganan la vida haciendo videojuegos es someterlo todo a una empresa que demuestra no ser confiable.