Steel Seed nos transporta a un futuro sombrío, una distopía donde la humanidad, tras llevar al planeta al borde de la extinción por una catástrofe ecológica, ha cedido el control a la inteligencia artificial. Las máquinas, en un intento por preservar lo poco que queda, tomaron las riendas, mientras los sobrevivientes se refugiaron bajo tierra. Miles de años después, la amenaza regresa, y la única esperanza yace en una mente humana alojada en un cuerpo cibernético: Zoe.

Zoe despierta en un centro de investigación abandonado, rodeada de máquinas hostiles y con recuerdos fragmentados de su padre, un científico desaparecido. Su primera misión es escapar de ese complejo, tarea nada fácil sin ayuda. Por suerte, no está sola: KOBY, un dron multifuncional, se convierte en su aliado indispensable, tanto en combate como en exploración. Juntos, se aventuran por vastos y desolados parajes en busca de respuestas sobre su origen y una posible salvación para la especie humana. La historia fue escrita por Martin Korda, reconocido guionista ganador del premio BAFTA, pero aquí su narrativa no alcanza el mismo impacto que en otros trabajos. El trasfondo es interesante y plantea dilemas filosóficos y existenciales, aunque la trama principal es algo lineal y carente de giros profundos. Lo que sí destaca es la relación entre Zoe y KOBY, que se va fortaleciendo a lo largo del viaje, aportando humanidad y contexto al universo del juego.

Steel Seed no es un mundo abierto como tal, pero ofrece zonas extensas bien diseñadas, con un equilibrio adecuado entre tamaño y contenido. En lo jugable, la propuesta se siente como una fusión entre títulos como Tomb Raider, Assassin’s Creed y Uncharted, mezclando secciones de plataformas, sigilo y combate con bastante fluidez. Desde los primeros minutos se nota el enfoque en la acción: Zoe corre, se desliza, salta y escala desde una perspectiva en tercera persona, superando obstáculos con una agilidad sorprendente. Sin embargo, la visibilidad en ciertas áreas oscuras puede jugar en contra, complicando algunos saltos o rutas, incluso con la asistencia de KOBY. El sigilo es otra de las piezas clave. Zoe puede agacharse, ocultarse y volverse temporalmente invisible en campos de interferencia.

Los enemigos patrullan rutas predecibles, lo que permite eliminar o hackear objetivos estratégicamente. Aunque el diseño no innova demasiado, la tensión de infiltrarse y planear cada movimiento es notablemente efectiva. El combate directo, por su parte, adopta una fórmula tipo soulslike con ataques rápidos, fuertes, bloqueos y esquivas. La dificultad puede sentirse algo forzada: Zoe es frágil y los enemigos, aunque predecibles, son veloces y agresivos. Enfrentarse a más de uno casi siempre implica reiniciar desde el último punto de control. Las batallas contra jefes, en cambio, están mucho mejor logradas y requieren aprovechar todas las habilidades disponibles, lo que las vuelve verdaderos momentos culminantes. KOBY también entra en juego durante los enfrentamientos, ya sea atacando directamente, explotando el entorno o resolviendo acertijos.

Además, el dron permite cambiar a una vista en primera persona para explorar con mayor precisión, aunque también puede ser destruido y requerir energía para repararse, lo cual añade una capa de estrategia a su uso. La progresión está vinculada a un árbol de habilidades compartido entre Zoe y KOBY. Si bien las mejoras no son muy numerosas, incluyen herramientas útiles como la posibilidad de marcar rutas de patrullaje enemigo. Visualmente, el juego impresiona gracias al motor Unreal Engine 5. Los escenarios evocan la estética del sci-fi clásico, con estructuras colosales y tecnología alienante que da la sensación de estar en un mundo diseñado para máquinas, no para humanos. La ambientación, cargada de tensión y misterio, invita a explorar cada rincón.
Zoe, con su diseño robótico, encaja perfectamente en este universo. Su aspecto metálico y cubierto por un exoesqueleto no solo complementa la estética, sino que evita polémicas innecesarias sobre la representación femenina. Es una decisión práctica y coherente con el contexto narrativo. En lo sonoro, sin embargo, el título no logra destacar.